1.242 millones de fraude
Martín Andrés García Marí
Diario de Ibiza \ Domingo, 23 de noviembre de 1997
Hace unas semanas se aprobaron las cuentas del Consell Insular d’Eivissa i Formentera de 1996 con un superávit de 1.242 millones de pesetas. Aunque el titular pueda parecer un tanto violento o exagerado, crean ustedes que no lo es. Y es que es diferente una economía pública de una economía doméstica, de forma que lo que nos podría parecer todo un éxito en nuestra economía doméstica —ahorrar más de un tercio de nuestro presupuesto— no lo es, ni mucho menos, en una economía pública.
Si la necesidad de algo así como una república, reino, estado, o llámesele corno se quiera, es algo necesario desde que el mundo es mundo, la moderna intervención del actual modelo de Estado en la economía no se hizo patente hasta la crisis del 29 y la 2ª Guerra Mundial. Se vio entonces que por necesidades vitales de la sociedad —su propia supervivencia, entre otras cosas— el Estado debía extraer una determinada parte de la riqueza de la sociedad para destinarla a necesidades que ésta no satisfaría por sí sola, y que sin solventarlas, la propia supervivencia de la sociedad quedaría en el aire.
De ahí viene el moderno gasto que realizan todas las Administraciones en sus diferentes ámbitos. Toman una determinada parte de la riqueza de la sociedad —la cuestión de qué cantidad debe tomar es uno de los grandes interrogantes de la economía— para invertirla otra vez en ella, de una forma que se supone será más productiva y en ámbitos en los que la misma sociedad por sí sola no invertiría (cultura, sanidad, educación, infraestructuras…).
Llegados a este punto, podemos ver cuál es la magnitud del fraude del equipo de Gobierno del máximo órgano de la sociedad ibicenca. Ya que no sería erróneo pensar que, o bien ha extraído demasiada riqueza del pueblo pitiuso, o bien no ha invertido en él todo lo que éste le ha encargado que haga. Una lectura acelerada y poco profunda del dato de este superávit nos podría llevar a conclusiones como: “… que bien estamos gobernados… mira cuánto han ahorrado”. ¡Pues no! Las Administraciones Públicas no están para ahorrar y mucho menos una Administración Local o Autonómica como el Consell Insular que, con su forma de gestionar, está descapitalizando a la sociedad, le está sustrayendo riqueza. Sin lugar a dudas, sería mucho más lógico que fuese a parar a las familias ibicencas que lo necesitan, o a las empresas, para que inviertan en crear riqueza y puestos de trabajo.
Tan sólo podría autorizarse ese atesoramiento —y los economistas nunca nos hemos puesto muy de acuerdo en ello- en el nivel de aquella Administración que posea la capacidad de establecer las magnitudes básicas de la economía (nivel de impuestos y actualmente tipos de interés).
Si económicamente ese superávit es un desastre, políticamente el calificativo más suave que se le puede dar es el de auténtica torpeza. Hasta la última persona que haya dispuesto del más pequeño de los capítulos de cualquier presupuesto público sabe que lo debe gastar todo. Contaba un monitor que, el último día de su primer campamento, devolvió 5.000 ptas de las 10.000 que tenía asignadas para material, ya que no había necesitado adquirir nada más. El director del campamento le dijo que ya podía correr a comprar el material que fuese, ya que de lo contrario el año próximo le disminuirían el presupuesto. Pues lo mismo pueden hacer el Govem Balear o el Central con las aportaciones que hacen al Consell Insular, al suponer que ya tiene suficiente dinero y disminuirle, por tanto, el presupuesto.
Además, ¿cómo puede el Consell Insular presentarse ante el Gobierno Central pidiendo que construya más institutos, teniendo mil y pico millones muertos de risa en el banco? O peor aún, ¿cómo pueden tener la cara dura de presentarse ante todos los padres de alumnos y decirles que se quedan sin institutos porque el Gobierno Central no tiene suficiente presupuesto, cuando a ellos les sobra esa cantidad de dinero?
Y una última cuestión, por cierto a desterrar, existe la conciencia general de que la Administración que no tiene déficit no es una Administración importante.
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